viernes, 25 de septiembre de 2015

Dispersiones de un viernes


Amanda Cass 


Ha llovido ayer. Hoy no. Quizás esta noche o mañana la lluvia regrese. Alguien corta el pasto aprovechando este día otoñal gris que sirve de intervalo entre las lluvias. Hay el olor al otoño, a la tierra que permanece siempre húmeda ahora, a las hojas que se perfuman al perder turgencia y despedir esa fragancia un poco mentolada.

Se me ocurre preguntarme cómo siempre la escritura me surge a través de la naturaleza y la geografía que me rodea y me contiene más que de la historia de las personas. Por qué a pesar de quedarme viendo a la mujer que ahora cruza en bicicleta por este relato no voy detrás de su pedaleo acompasado y descubro dónde va. Ni me quedo para revelar cómo será su llegada adonde el pedaleo dejará de ser. Cuando ella llegue y se detenga frente a una tranquera pequeña y blanca; con la pintura manchada de tierra que los años han depositado allí en las hendiduras de la madera;  quizás también un poco descascarada la pintura, caída en gajos, o mejor gastada por eso de andar abriendo y cerrando todos los días. Y cerrado el portoncito, empujado por un pie, cruce la mujer caminando mientras empuja la bicicleta, la guíe hasta un porche, la apoye probablemente junto a la columna de ladrillos y el par de perros viejos la rodeen olisqueando sus zapatos y muevan la cola en señal de bienvenida, y ella llave en mano  abra la cerradura y empuje la puerta que chirriará un poco, y la mujer ponga agua en una pava que colocará al fuego de la cocina, descorrerá las cortinitas de la ventana, vaciará el mate de su yerba vieja y se siente a esperar que el agua se caliente y pondrá yerba nueva y por fin tome unos mates calientes y hogareños, esos que todo el día anduvo deseando, y se dé su fin de jornada sintiendo que es una suerte estar en casa y.


Me atrae más la naturaleza. Los cambios de la geografía que suceden con las variaciones de los climas y los días y las noches y las flores y el olor a lluvia y la primavera, el otoño y el comienzo del verano. Y me pregunto qué escribí hasta acá. Y lo sé: prácticamente nada. Como de costumbre.

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