sábado, 24 de octubre de 2015

Otro dia

La pendeja 
Miró su casa de nuevo por última vez. Controló que las ventanas no hubiesen quedado abiertas, no fuera cosa que al volver su marido, encima, le hubieran entrado los ladrones.
El pañuelito, en el bolsillo. La carta de despedida, sobre la mesa. La acomodó mejor. Para que se viera bien le puso detrás, para sostenerla y que se mantuviera erguida, el florero.
En la cocina apretó la llave de paso del gas aun sabiendo que ya la había acerrado. Volvió al comedor. Miró la carta sobre el mantel de la mesa. Estaba bien, pero el florero… lleno de flores como estaba, era tan tétrico. Y su carta del adiós, puesta allí…, parecía velorio por anticipado.
Ay, qué se yo… -murmuró.
Pensó en la costa del río. Estaría todo embarrado, seguro que sí, y para llegar hasta la orilla tenía que atravesar un pastizal y se encastraría las botas, amén de que llegarían hechas un bodoque de tierra. Y el agua…, toda marrón y tan llena de basura…, ¡un asco!
No sé… -pensó-, Alfonsina al menos se entregó a un mar tan azul, y lleno de caracolas…
Se fijó en un rincón del techo. Según cómo daba la luz del día esa telaraña se dejaba ver, o no. Qué dirían de ella si dejaba la casa hecha una mugre. Dejó su bolso junto a la puerta, buscó el plumero y parada sobre una silla quitó la telaraña. Entonces, notó que sobre las aspas del ventilador había una capa de polvo de meses. Ya acabaría ella con esa fiesta de ácaros.

Al rato la casa lucía impecable. Para mejor había dejado de llover después d diez días grises y deslucidos. El sol resplandeciente iluminaba las paredes blancas y el aire tibio entraba por las ventanas, ahora abiertas, y bailoteaba tímidamente con las cortinas. La carta voló hasta el suelo, a sus pies. La recogió y sin leerla la guardó en su bolso, una pena tirarla… la redacción es buenísima, pero tenía tantas cosas que hacer que no iba a poder ir a suicidarse hoy. Otro día sí. Seguro.
No faltará oportunidad, se dijo. Después abrió la heladera y se fijó qué podría cocinar para esa noche.

Publicado en ALGOqueLEER. Septiembre 2002. AñoV – N° 41


No hay comentarios.:

Publicar un comentario